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La meta detrás de la meta.

La meta detrás de la meta.

Los seres humanos hoy en día somos ambiciosos, competitivos y vamos tras diversas metas a lograr en la vida. Podrían ser tan sublimes como la paz interior, el altruismo o ayudar a los demás pero no nos engañemos, queremos cosas, si cosas, muchas cosas.
Una casa más bonita y grande, el carro del año o mejor que el anterior, la ropa de moda, un reloj, el nuevo IPAD que “todo” mundo tiene, un collar, un libro, un disco, un nuevo plasma, claro el de LEDs 3D, más cosas para mi familia, algo mejor para mis padres, viajes, restaurantes, experiencias; y bueno todo cuesta pero estoy seguro que con todo eso sería feliz.
Cuando trabajo con mis clientes de coaching les pregunto ¿qué es lo que quieres en la vida?, y la respuesta más común es “ser feliz”. Y ser feliz a veces significa “estabilidad financiera”, “mi propio negocio”, “el puesto X en tal organización”, y diferentes metas de trabajo y financieras que nos ayudan a darle a la gente que queremos lo mejor.
La gente exitosa, establece metas, y trabaja con un plan disciplinadamente a perseguirlas hasta que logra resultados, pero algo muy importante a revisar es lo que en coaching llamamos la meta detrás de la meta o el valor detrás de la meta.
Un conocido autor dijo: “para subir a cualquier lado tienes que apoyar tu escalera en alguna pared…, pero asegúrate de que está apoyada en la pared correcta antes de empezar a subir”. No es extraño que muchos nos esforcemos y empecemos a subir por las escaleras incorrectas, persiguiendo sueños, ideas, cosas que creemos nos darán felicidad sin evaluar el costo que el “camino”, el plan de trabajo tendrá para llegar a obtener esa meta.
Sabemos que muchos ejecutivos literalmente se rompen la espalda, (por no decirlo más feo), en lograr un mejor puesto, ascensos, aumentos, o en el caso de los empresarios las máximas utilidades de su empresa para poder con eso obtener todos los bienes y cosas que quieren para ellos y sus familias. En este proceso muchos de ellos caen en la adicción del trabajo, “workoholics”, gente que no puede contentarse con dedicar 8 horas a su actividad laboral o económica y que dedicando 10, 12 o 14 horas siente que está logrando substanciales avances por encima de las 8 horas y que harán la diferencia de lo que puede lograr.
No hay duda 12 horas es un 50% mas que 8 horas y debe dar un 50% mas de resultados, pero ¿qué es lo que verdaderamente buscamos?,  ¿felicidad?, si fuera así escucharíamos la súplica de los hijos que quisieran jugar más con nosotros o vernos más seguido, o atenderíamos a la pareja que se siente descuidada y desatendida.
Recuerdo una historia del pescador que dedica unas cuantas horas a pescar y pasa el resto del tiempo en su hamaca contemplando el atardecer y conviviendo con su familia; cuando un turista hombre de negocios llega al lugar y observa el potencial del lugar con la riqueza de peces le dice que porque no trabaja más horas para lograr una pesca mayor, venderla tener una mayor utilidad y con el tiempo comprarse un segundo bote pesquero, contratar a alguien lograr mayores ventas y poco a poco ir haciendo una flotilla hasta que logre tener una empresa pesquera de alto rendimiento que le de grandes utilidades.
El pescador estupefacto le pregunta que para que querría hacer todo eso, y el empresario le contesta que después de unos años de fuerte trabajo lograría tener un emporio con mucho dinero y podría comprar todo lo que quisiera y dedicarse a lo que más le gustara; como por ejemplo pasar la tarde tranquilo con su familia, jugando, conviviendo y disfrutando la playa.
El pescador viendo al empresario con cara de asombro y de este no puede ser mas tarado le dice: “y ¿qué cree que estoy haciendo?”
Debemos tener mucho cuidado al definir nuestras metas y revisar a detalle cual es la meta detrás de la meta, especialmente cuando estas metas son cosas materiales a obtener, comprar, conseguir.
Revisar la meta detrás de la meta puede ser fácil si sigues un par de tips muy sencillos: cambiar los sustantivos (cosas que queremos), por adjetivos (experiencias que queremos), imaginar “experiencias”, en lugar de imaginar “situaciones”. Una situación es tener el carro del año y la nueva casa, una experiencia es como me voy a sentir con esto, ¿qué sentimientos voy a tener?, ¿paz?, ¿realización?, ¿tranquilidad?
Escoge tu meta más importante y toma unos momentos para meditar, cierra tus ojos y visualiza esa meta como lograda, imagínate dentro de 1 año, 5 o lo que te lleve alcanzarla, con esa meta completamente terminada, siente que YA tienes ese puesto, ese dinero, esas utilidades, ese viaje, esa cosa; siéntelo, en tu piel, en tu corazón, como una realidad, huélelo, tócalo; y luego pregúntate ¿cómo me siento?, ¿se sienten bien?, ¿me da la felicidad que estaba buscando?, ¿justificó el costo que tuvo en el camino lograr esto?
Y el paso final ya que identificaste bien esos adjetivos, pregúntate, ¿necesito todo eso para lograr esas experiencias?, ¿vale la pena pagar el precio?, o tengo claro como el pescador que las experiencias de felicidad que busco están más cerca de lo que creo, que la convivencia con mis hijos, el amor con mi pareja, la calidez de mis amigos, están ya aquí, si les dedico el tiempo y no al final del camino. Que se necesita menos para tener más.
Cuando busques experiencias en lugar de cosas o situaciones te vas a dar cuenta que hay atajos y no hay que ir tan lejos con las metas para obtener el valor y sentimiento que buscamos. Tranquilidad, estabilidad, paz, realización, armonía están mucho más a la mano de lo que pensamos.
¡No vivas para ser feliz, sé feliz de vivir!

 

Enero 2011 Guillermo Mendoza

Coach Ejecutivo, conferencista, escritor, empoderando individuos y organizaciones a transformarse obteniendo los resultados que quieren más rápido y mejor.

Guillermo Mendoza gmendoza@conegte.com

Houston (832)334-3583 México (55)8421-4647

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