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Reencuentro amoroso

Estando un día en la sala de espera de llegadas internacionales del aeropuerto de Houston y sin tener con quien platicar porque fui solo a recoger a mi hijo, tuve la valiosa oportunidad de observar,  de solo calladamente ver lo que acontecía a mi alrededor.
Con el ajetreo de la vida de hoy y las múltiples ocupaciones hay personas que pocas veces están solas sin un amigo, compañero, revista o que pueden resistir la tentación de sacar su teléfono celular para checar correos o ponerse a “mensajear”, pero si logras resistir la tentación de ocuparte y solo observar hay mucho que aprender. No me refiero a la observación crítica o comparativa de ver como la gente esta vestida o quien es mas o menos atractivo o atractiva, esa observación está basada en buscar diferencias y creo que siempre es más útil observar, buscar y encontrar nuestras similitudes y no nuestras diferencias.
Las diferencias nos hacen sentirnos mas, o sentirnos menos y crean espacios, distancias que nos alejan de la gente o que nos acercan solo al grupo con el que coincidimos, mientras que las similitudes nos hacen entender que todos queremos lo mismo y estamos hechos de lo mismo. Eliminan espacios y nos hacen sentirnos más unidos a todo y a todos, más equipo, más sinergia, más tolerantes, más compasivos, más seres humanos iguales a todos los demás.
Así que sentado esperando me toco observar durante un buen rato la gente que salía de llegadas internacionales y que en muchos casos tenía a alguien en la sala esperándolos: un hombre de negocios recibido por su pareja con abrazo y un beso en la boca, una pareja hindú en la que ella lucía un colorido sari su vestido tradicional y que eran recibidos por toda una familia con besos y abrazos, un hombre mayor con una indumentaria de medio oriente que al ser recibido por otros 2 hombres y una mujer lo saludaban besándole la mano, otros viajeros a los que saludaron con un beso en cada mejilla, un hombre joven con una colorida túnica larga y un simpático gorrito que recibido por un hombre mayor era besado en la frente, una mujer a la que abrazaron levantándola y le dieron 2 vueltas antes de regresarla al suelo.
Los encuentros de adultos con niños eran un poco mas estándar invariablemente el adulto se inclinaba y abrazando al pequeño o pequeña, lo levantaba mientras lo ahogaba a besos en las mejillas y cuello.
Lo similar en todos los casos era la profunda alegría de ver a un ser querido después de un viaje y físicamente demostrarle el profundo cariño que se le tiene con besos, abrazos, lágrimas y hasta cariñosos empujones en algunos casos. La distancia y el tiempo nos hacen extrañar a la gente que amamos, apreciar la alegría de estar con ellos, los cuidados, la convivencia alegre, y hasta las bromas, peleas y discusiones; acumula una energía amorosa que en ese reencuentro de llegada se traduce en marcadas expresiones de cariño.
Un reencuentro amoroso siempre se da entre gente que estuvo distanciada sin importar edades, relación familiar, países, vestidos o costumbres; solo cambia un poco el tipo de abrazo o el lugar o cantidad de los besos pero es la misma expresión de cariño y amor.
A mí me hace reflexionar en nuestras similitudes, a todos nos hace felices encontrarnos y reencontrarnos con la gente que amamos, aquí y en China la alegría y la emoción invade estos reencuentros y es una muestra más de que todos queremos lo mismo: ser felices con la gente que amamos, estar con ella, disfrutarla, gozarla.
Lo triste es olvidar esto en el día a día y limitar nuestras muestras de cariño, dejar pendiente ese fuerte abrazo, ese beso emocionado, ese apretón a un padre, a un hijo, a la pareja, a un tío querido, a un hermano, a un gran amigo.
No dejemos esas expresiones hasta el próximo reencuentro, hasta la próxima vez que no ver a alguien por días, semanas, meses o años nos haga acumular esos cariños a expresar una calurosa bienvenida.
Nuestra mente y pensamientos controlan todos nuestros emociones y sentimientos, si cada día imagino la alegría de tener a mis seres queridos, familiares y amigos, de poderlos ver o convivir con ellos y recuerdo el sentimiento de reencontrarlo después de un largo tiempo o distancia, seguro lograre generar una genuina muestra de cariño ahí mismo, sin tener que esperar tiempos ni distancias. Después de todo, volver a ver a alguien nunca está garantizado.
Febrero 2011 Guillermo Mendoza

 

Coach Ejecutivo, conferencista, escritor, empoderando individuos y organizaciones a transformarse obteniendo los resultados que quieren más rápido y mejor.

Guillermo Mendoza gmendoza@conegte.com

Houston (832)334-3583 México (55)8421-4647

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