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La libertad de ensuciarnos

La libertad de ensuciarnos.

La semana pasada estaba en un aeropuerto esperando y en una mesa cercana a la mía un niño de unos 6 añitos estaba comiendo un helado acompañado de su madre. Como es de esperarse a esa edad hubo de repente una mala maniobra (o experimento) y parte del helado de chocolate cayó a su pecho sobre la impecable camisa blanca. Estos accidentes pasan y a esa edad son comunes, sin embargo la mayoría de los padres reaccionamos y esta madre no fue la excepción; de inmediato vino el gritoneo, regaño y jaloneo, el “otra vez ya te ensuciaste, fíjate por favor, mira tu camisa ya quedo horrible”, etc. etc.
El incidente me hizo reflexionar en varias cosas; primero en que a esa edad nos es totalmente irrelevante si nos ensuciamos la camisa o no, y que lo que somos o como nos divertimos no depende de nuestra apariencia, es interesante darse cuenta que a esa edad le damos a la ropa el único valor que verdaderamente tiene: protegernos del clima.
Y por otro lado el que nos sentimos totalmente libres de experimentar y tratar nuevas cosas a pesar de sus costos, como puede ser el desafiar la ley de gravedad inclinando el helado para ver si se cae o no.
Sin embargo crecemos recibiendo nuestros regaños cada que nos ensuciamos y poco a poco empezamos a tener cuidado, primero un poco de cuidado, luego mas y mas hasta que somos muy cuidadosos de nuestra ropa, de nuestra imagen y de nuestro comportamiento. Definimos una zona de confort en la que podemos “jugar sin ensuciarnos”, en la que hacemos las cosas seguras, de bajo riesgo, las conocidas, las que no afectan nuestra imagen.
No es de sorprenderse entonces que tengamos en las organizaciones empleados y ejecutivos que no innovan, que no intenten cosas diferentes, que no se la juegan, todos han sido entrenados por años en cómo no ensuciarse, en cuidar la imagen, en evitar a toda costa errores.
Si quieres desarrollar a tu organización, los errores son parte fundamental de ese desarrollo; no estamos hablando de bajo desempeño y de constantes equivocaciones de una persona eso es otro tema. Estamos hablando de que debe existir una cultura de que se “vale” equivocarse, porque quien nunca se equivoca no está intentando nuevas cosas, no está buscando nuevos procesos para el negocio, no está transformando algo para ver si sale mejor de otra manera.
La mejora además de cuidadosas estrategias, planes e indicadores requiere experimentar, requiere prueba y error, requiere a veces intentar cosas locas, arriesgadas y de riesgo que pueden provocar un resultado contundente. Eso implica que nuestros empleados y ejecutivos tienen que tener la libertad de ensuciarse, de poder trabajar fuera de la cuidadosa y protegida zona de confort e intentar algo que tiene el riesgo de acabar en un error.
Un error del que siempre se aprenderá algo, el que permitirá tomar medidas correctivas, mejorar la idea e intentar nuevamente con una idea mejorada para lograr el éxito. Recomiendo a mis clientes tener una política clara en la empresa: “aquí si se vale cometer errores, lo único que no se vale es cometer el mismo error 2 o más veces”. Dar la libertad de ensuciarse con el enfoque de esto como un proceso de mejora de ideas y estrategias que permita un ambiente de innovación, propuestas y experimentos.
A nivel personal me lleva a reflexionar en cuando fue la última vez que no tuve miedo a decir algo equivocado, a mantener cierta imagen ante familiares, clientes o amigos, a experimentar algo nuevo con el riesgo de equivocarme y de salir “manchado” del asunto.
Me vienen a la mente esas frases de Thomas Alva Edison que dicen: “No fracasé, solo descubrí 999 maneras de cómo no hacer una bombilla” y la de “Una experiencia nunca es un fracaso, pues siempre viene a demostrar algo”
Así que cómo salir de esa zona de confort y recuperar nuestra libertad de ensuciarnos:

  1. Desempolva o pon por escrito esa lista de cosas pendientes, todos tenemos en las empresas y en nuestras vidas cosas que queremos hacer pero no hemos hecho porque…
  2. Desarrolla una lista de 10 ideas que se te ocurren para hacerlo, lógicas, locas, caras, baratas; no importan sus cualidades solo genera ideas de cómo se podría hacer por locas que sean (mínimo 10).
  3. Escoge la idea que puede tener mejor impacto y haz un plan de cómo ejecutarla.
  4. Inténtalo aunque te equivoques o tenga errores.
  5. Si falla, analiza el error, ¿qué fallo?, ¿qué se tiene que mejorar?, ¿Cómo se intenta nuevamente?
  6. Regresa al punto 4 hasta que tengas éxito. Edison lo hizo 999 veces y también dijo: “Los que aseguran que es imposible no deberían interrumpir a los que estamos intentándolo”, no te dejes interrumpir.

 

Recupera la libertad de ensuciarte en la vida, en tu trabajo, en tus relaciones amorosas, en tu familia, en tus finanzas. Seamos ese niño desafiando la gravedad con un helado, al final solo se lavara la camisa e intentaremos mañana.

El niño Thomas también dijo: “No trabajé ni un solo día en toda mi vida. Fue todo diversión”

Que tengas muchos errores…para que tengas muchos éxitos y mucha diversión, porque al final dime si esas “regadas” no causan risa.

 

 

Agosto 2010 Guillermo Mendoza 

Coach Ejecutivo, conferencista, escritor, empoderando individuos y organizaciones a transformarse obteniendo los resultados que quieren más rápido y mejor.

Guillermo Mendoza gmendoza@conegte.com

Houston (832)334-3583 México (55)8421-4647

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